Escribo esta entrada nada más llegar a casa tras unas horas de Gin Tonics y con el cuerpo lo suficientemente preparado como para sincerarte.
No tengo fotos que atestigüen el momento, no me gusta salir con el móvil cuando sales de copas, pero sí una pulsera que me vendía una, aparentemente, buena persona, por 3€ y yo le compré por 5.
Una pulsera que no tiene demasiado valor económico pero que, para mí, tiene un enorme valor simbólico.
Seguramente el comprar esa pulsera no le va a solucionar la vida a Mohamed, ese fue el nombre que me dio cuando le pregunté como se llamaba, pero a mí me hizo un poco más feliz, al saber que le arrancaba una sonrisa a alguien que se pasa las noches pateando las ciudades (me comentó que acababa de llegar en bus de Coruña….y estamos en Ferrol) en busca de un trozo de pan.
Le invité a tomar algo en un local llamado A Palloza, era lo menos que podía hacer. Quería invitarlo a alago caliente, con el frío que estaba cayendo.
Y cual fue mi sorpresa al escuchar que lo que quería era un Aquarius, ya que eso le hacía coger fuerzas…
Se lo tomó y conversamos un rato, el suficiente para confirmarme en mi idea de que hoy necesitamos ayudar a los demás, mientras podamos. Mañana podemos ser nosotros los que necesitemos esa ayuda….
Al mismo tiempo me hizo ver que si queremos hacer llegar un mensaje a la gente, tenemos que estar donde está la gente.
Tus amigos de toda la vida, tus familiares, tus vecinos….es gente a la que no puedes abandonar, y a la que tienes que hacer llegar tu mensaje, tu idea de como deberían ser las cosas, con un mayor respeto por las personas y su vida de lo que hoy se profesa.
Por cierto….la pulsera era esta, que más allá de lo bonita o fea que pueda ser, tiene un enorme valor simbólico. Al menos para mí.