Un día eres joven y al siguiente te emocionas con el anuncio de lotería. Y te compras un turron de chocolate que dice 'te quiero', por que necesitas oírlo, porque necesitas verlo. Y compras el décimo de Navidad con la piel de gallina, un poco avergonzado, porque acabas de recordar que el año pasado, te descojonabas de aquella chorrada de anuncio que te intentaba vender un falso sueño y ahora, ese día siguiente al de haber sido joven, te lo crees. Necesitas creerlo. Y piensas, feliz Navidad.